martes, 15 de diciembre de 2015


Introducción

Tratamos temas sobre la arqueología de Panamá que demuestran la vida de nuestros antepasados, siendo una clara evidencias los hallazgos encontrados en el Sitio Arqueológico el Caño. Se puede observar cómo fueron enterrados las diferentes escalas sociales y con todas sus pertenecías, encontradas diferentes piezas como: oro, esmeralda, bronce, cerámicas.

Explicaré como eran el lugar para realizar sus ritos ceremoniales, los diferentes montículos artificiales y por qué eran las causas de su forma. Que con fotos infrarrojos se pudo visualizar los restos humanos y dieron como resultado las excavaciones de la tumbas. En el proyecto realizado en el año 2008 se encontraron restos de caciques por la doctora Julia Mayo, en las excavaciones estuvieron presentes arqueólogos e instituciones que ayudaron en este proyecto. Existen diferentes publicaciones y documentales para todo el mundo y conocer nuestra historia que esta enriquecida y plasmada durante muchos años en estos monumentos y materiales encontrados.

Los objetos precolombinos fueron llevados a lugares de mayor seguridad en aquel tiempo y otras piezas fueron robadas y no pudieron ser reclamadas;  fueron pocas las piezas que se pueden destacar en este sitio. En el lugar existe un museo que contiene algunas piezas de cerámica pero actualmente se encuentra cerrado por remodelación.
Algunos sitios de visita en el parque:

Museo el Caño: La edificación es de tipo colonial y cuenta con una muestra de objetos de alfarería pre-hispánica y alfarería europea.
Casa del Cacique: Es una representación de la vivienda del cacique y su familia. La casa está construida con materiales como  paja, liana y madera.

Además el Parque Arqueológico el Caño, cuenta con dos yacimientos arqueológicos precolombinos. Cuenta también con columnas basálticas, las excavaciones  y montículos de tierra tipo funerarios.








El Parque Arqueológico El Caño

Localización

El Parque Arqueológico El Caño está ubicado al sureste del poblado El Caño, distrito de Nata, provincia de Coclé; exactamente a 2 km. después de pasar el Templo que se encuentra dentro de la comunidad de El Caño.

La característica dominante desde el punto de vista geomorfológico es que el Parque Arqueológico se extiende sobre una llanura aluvional drenada por el Río Grande, el Río Coclé del Sur, el Río Churubé, el Río El Caño y otro drenaje menor.

La localización de El Caño en la cuenca baja del Río Grande, en una zona de llanuras con clima tropical estacional en que la precipitación está muy relacionada a los vientos alisios. Desde el mes de abril al mes de diciembre hay un estación lluviosa, desde enero hasta marzo la estación es seca, ambas muy bien marcadas. Las estaciones están claramente definidas, pero muchos son los factores que afectan el régimen de las lluvias en las diferentes cuencas de los ríos que como el Río Grande desembocan en el Golfo de Parita. Esta inestabilidad pluvial quizá influye de alguna manera en la agricultura precolombina y debe tenerse en cuanta cuando se estudian los mecanismos de producción agrícola y beligerancia intercomunitaria en el Golfo de Parita, que están íntimamente relacionados con la historia de El Caño, ya que era un centro regional de una sociedad agrícola, la misma se le conoce con el nombre de cacicazgos.

Se puede destacar también que es una zona de sedimentos superficiales post pleistocenos, principalmente aluviales, con suelos de fertilidad moderada o alta, sujetos a inundaciones durante las épocas lluviosas.

Historia
El Parque Arqueológico El Caño, se encuentra en un área que está emplazada en una de las regiones del Istmo, más favorables para un asentamiento humano, sustentado por un basamento agrícola productivo. La región se encuentra cerca del Pacífico, en la que se puede encontrar una estación seca y lluviosa, lo cual se considera son benévolas para la comunidad.

La paleocología y la arqueología han demostrado que es esta región la zona explotada por el hombre. Se define esta área como de sabana por hierbas, con vegetación de arbustos y escasos árboles. Esta región no sólo favorece al hombre, sino también a la fauna. Dista aproximandamente 9 kilometros de Natá.

En los tiempos de la inaguración del canal interoceánico, se organizó una exposición de algunos objetos arqueológicos procedentes de Coclé. Por lo que el norteamericano Carl P. Curtis se interesó e informó a los Estados Unidos, de un viaje que realizata a tierras coclesanas definiendose posteriormente, la cultura Coclé.

Hyatt Verril atraido por la potencialidad y originalidad de estos sitios arquelógicos, incursionó con este espíritu aventurero y poco científico por las provincias centrales, dirigiendo su atención a la regiòn del Río El Caño.

En su confluencia con el Río Grande, encontro lo que según el, describe como un Templo, que denominó el “Templo de los mil ídolos” o “Sitio del templo”, por estar constituidas por centenares de bloques de piedras labradas, gran parte de ellas en forma de columnas d variados tamaños y numerosos ìdolos con diseños biomorfos. En noviembre de 1925, excavaciones revelaron el trazado del templo, plasmado en un plano que sugiere se trataba de un templete que constituìan un patio en forma de rectangulo, 300 x 700 metros, con una serie de ídolos.Esto acrecentó el interés por los restos culturales precolombinos, de los cuales Verril destaca innumerables tumbas, monumentos ceremoniales, sitios de viviendas, montículos, tiestos, artefactos de piedra y otros artìculos. Verril confiesa haberse llevado las columnas y las estatuas a los Estados Unidos.
Ceremonias religiosas debieron llevarse a cado dentro del recinto, decorado con esculturas de piedras con motivos humanos y zoomorfos de estilo muy particular. Verril se comprometía, a partir de un contrato en 1925, a excavar el territorio, y en común acuerdo y de manera equitativa, a ofrecer la parte que correspondía a la Nación y la parte del museo de Nueva York.
Este no protegió los mejores intereses del Estado, por lo que en una carta enviada al Secretario de Instrucción en 1928, se dice entre otras cosas que “llevandose en cambio para el Museum of the American Indian, más de cincuenta cajas, llenas de fragmentos, vasijas enteras, estelas y figuras de animales humanas esculpidas en piedras, además de algunos objetos de adorno de calcedonia verde, entre ellos varis naringueras, con extremos cubiertos por casquillos de oro”.
En efecto, sólo se encuentra en Panamá legado de esta època, seis columnas talladas con motivos biomorfos. El sitio en sí mismo fue objeto de explotación ilegal. La atención fue transferida al area colindante de Sitio Conte y Loma de los Muertos, por lo que cundió el olvido sobre el templete y el pasto cubrio su extensión. En 1973, con los trabajos de nivelación para habilitar el cultivo de caña de azucar, fueron destruidos varios montículos.
Las excavaciones realizadas por la dirección nacional del Patrimonio Histórico en el sitio ceremonial del Caño comprendieron la identificación de elementos constituidos (aliniamientos de columnas, montículos, sepulturas) utilizando fotografía área de rayos infarrojos y prospección detenida del área previamente desbrogada la vegetación. Se realizó labor de salvamiento arquelógico en los montículos 1 y 2, que habían sido cortados por maquinarias pesadas con el fin de habilitar el sitio para cultivo de caña. En estos monticulos fueron rescatados urnas, funerarias en las cuales se hallaron piezas de oro coclesanas, cuentas de vidrio venencias y huesos de caballo (eqsus caballus) Este hallazgo denotó la ocupación histórica del sitio hasta el momento de la conquista hispana.
Investigaciones
 
En abril del 2009, la arqueología en Panamá dio un paso sin precedentes al descubrirse un cementerio conformado por seis grandes tumbas de personajes de alto estatus cubiertos de ajuares con objetos de oro, cobre, huesos de animales y piedra en la zona de El Caño. El hallazgo fue tan significativo que mereció la portada de la revista National Geographic para América Latina, en su número de enero del 2012.
En el 2005, un equipo de 20 arqueólogos encabezado por la colonense Julia Mayo doctora en Antropología Americana por la Universidad Complutense de Madrid e investigadora asociada del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en Panamá (STRI), buscaba en la zona del valle del río Grande, indicios que le ayudaran con las investigaciones que estaba realizando acerca de las sociedades de jefaturas, caracterizadas por tener una estructura social piramidal. En el Panamá del siglo dieciséis.
"Desde la arqueología, son numerosos los esfuerzos orientados a determinar cuestiones claves en el estudio de estas sociedades, tales como las dimensiones de las unidades políticas y la forma en que se integraban los territorios, los factores implicados en los cambios sociopolíticos u orígenes de las jefaturas y su evolución o desarrollo en diferentes puntos del Istmo" (Mayo).
Después de cuatro años de trabajar en el área encontraron el complejo funerario precolombino más grande que se haya descubierto en Panamá. De las seis tumbas halladas, cuatro (denominadas T1, T2, T3 y T4) han sido excavadas, las cuales muestran que los difuntos de alto rango de los coclé ­grupo que habitaba en el área­ eran acompañados por otras personas cuya causa de muerte todavía se desconoce, pero que se cree pudieron haberse suicidado o haber sido sacrificadas. Sus cuerpos eran envueltos en tejidos, mientras que los cuerpos pertenecientes a los miembros más poderosos y destacados de esta comunidad eran envueltos en lienzos empapados con resinas. Todos los cuerpos en general eran tapados por platos y ollas bellamente decoradas.
Según los resultados que hasta ahora han arrojado los análisis preliminares de las excavaciones, el complejo ceremonial funerario y la serie de sepulcros data de los años 750 a 1000 d.C. Sus monolitos y restos parecen demostrar que en ese lugar se realizaban rituales con bailes y música para enterrar a los muertos. Las tumbas eran fosas excavadas en la tierra, algunas de forma escalonada en donde se ponían vasijas con alimentos, lanzas, hachas y cuerpos. Unas eran selladas con tierra; mientras que las más recientes fueron cubiertas por ranchos de madera. Pasó a paso hacia el descubrimiento. Años de arduo trabajo han formado parte de la historia de este hallazgo histórico, tal como lo evidencian los pasos que se siguieron en el proce:
1- Plano (2005):

Se hizo un plano del sitio incluyendo montículos y monolitos del Parque Arqueológico El Caño. El trabajo fue realizado por el coinvestigador del proyecto, Carlos Mayo.
Un primer plano de la excavación de la tumba T2. Fueron cuatro años de estudios y largas horas de búsqueda bajo el sol en la zona de El Caño. El hallazgo de las seis tumbas se dio en abril de 2009. Un merecido triunfo para el equipo de 20 arqueólogos encabezado por la Dra. Julia Mayo y un paso sin precedentes para la arqueología panameña.
2. Sondeo (2006):
Se hizo un sondeo del subsuelo con un magnetómetro de vapor de cesio prestado por la Universidad de París con el objetivo de encontrar otras estructuras enterradas. El trabajo fue realizado por el geofísico Alexis Mojica. Nota: Tanto el mapa topográfico que realizó Carlos Mayo como el trabajo que realizó Alexis Mojica mostraron un área de relleno circular de 5000 m2.
3. Excavación (2008):
 
Se estableció un área de excavación en el interior del espacio circular y se excavaron 100 m2 hasta una profundidad de 50 cm en donde se encontraron dos capas de rellenos (con los que posiblemente habían cubierto el cementerio para ocultarlo). Debajo de estos, se encontraron los restos carbonizados y las huellas de los horcones de los bohíos con los que cubrían las tumbas. Finalmente, debajo de estos carbones se encontraron las seis tumbas.
4. Hallazgo (2009):
Se encontró el primer entierro. La Dra. Mayo excava muy despacio utilizando pequeñas herramientas de madera, palaustres y brochas. "A medida que va avanzando la excavación vamos registrando cada osamenta y artefacto con una estación total. El resultado final es un mapa en que se muestra la ubicación de cada elemento. Después, se le da un número de registro y se incluye en un inventario. La información de contexto y número de registro se copia en una etiqueta. Se toma una foto y se recoge la pieza que se guarda con su etiqueta". Asimismo, la arqueóloga enfatiza que con ellos hay siempre un inspector de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico que igualmente lleva un registro de lo encontrado. Cabe resaltar que parte de los equipos y el espacio de laboratorio para desarrollar estos trabajos fue ofrecido por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales. La riqueza de El Caño, un viaje a nuestras raíces indígenas Más importante que la cantidad de utensilios en oro, cobre y piedras preciosas y semipreciosas que se encontraron en el último hallazgo de El Caño, es la información de contexto que nos brinda este lugar y sus piezas sobre cómo era la estructura social de nuestros antepasados indígenas.
En las tumbas se encontraron una vasta cantidad de piezas de oro como percheros, orejeras, brazaletes, colgantes, collares y espinilleras. Asimismo, la arqueóloga enfatiza que con ellos hay siempre un inspector de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico que igualmente lleva un registro de lo encontrado. Cabe resaltar que parte de los equipos y el espacio de laboratorio para desarrollar estos trabajos fue ofrecido por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.
La riqueza de El Caño, un viaje a nuestras raíces indígenas
 
Más importante que la cantidad de utensilios en oro, cobre y piedras preciosas y semipreciosas que se encontraron en el último hallazgo de El Caño, es la información de contexto que nos brinda este lugar y sus piezas sobre cómo era la estructura social de nuestros antepasados indígenas.
Gracias a este descubrimiento se supo que El Caño no es una extensión de Sitio Conte, en donde hace 70 años se halló la primera evidencia arqueológica con el descubrimiento de un cementerio. Las tumbas descubiertas en El Caño son coetáneas a las encontradas en este primer complejo funerario. Los sitios se encuentran a tan solo 2.5 kilómetros de distancia el uno del otro y los alineamientos que llevaban de Sitio Conte a El Caño daban a entender que, como explica Mayo, "ambos lugares eran componentes diferentes de un mismo complejo ceremonial y funerario de grandes dimensiones". Sin embargo, el hallazgo de El Caño liderado por la Dra. Mayo demostró que El Caño es igualmente un centro ceremonial, pero independiente de Sitio Conte y que, pese a su cercanía y su similitud de patrón funerario, son dos cementerios separados, pero que funcionaron al mismo tiempo.
De acuerdo a la arqueóloga panameña, la existencia de estos dos cementerios de élite está cambiando nuestra perspectiva sobre la extensión y complejidad de la jefatura a la cual representan. "Este descubrimiento implica el tener una segunda oportunidad para excavar, con un equipo de investigadores liderados por dos científicos panameños, usando técnicas y métodos de investigación más modernos que aquellos usados en Sitio Conte, un importante cementerio rico en información", comenta y añade que El Caño es "una pequeña caja de sorpresas y el rincón del país con mayor concentración de datos sobre jefaturas de la región", finaliza.
 
 
Cronología de las excavaciones y hallazgos de El Caño
Excavaciones que se dieron en el Caño
Ø  La primera excavación se hizo en 1926 cuando el coleccionista y explorador norteamericano Hyatt Verril iba en busca de piezas para el Museo del Indio Americano, Heye Foundation de Nueva York.
Ø  La segunda vino treinta y cinco años después con Gerald Doyle, quien descubrió un entierro cerca de unos alineamientos monolitos.

Ø  La tercera se realizó en 1973 con el científico y arqueólogo británico Dr. Richard Cooke, quien hizo un rescate arqueológico cuando fortuitamente, pasando cerca de El Caño, se le informó que algunos montículos mortuarios que él había visto en 1969 iban a ser aplanados. Cooke decidió volver al sitio y logró rescatar cuatro urnas partidas por la mitad, las cuales contenían objetos precolombinos y coloniales como cuentas de concha y piedra, cuatro artefactos de oro y algunas cuentas de vidrio del tipo "Nueva Cádiz". Gracias a este descubrimiento, la antropóloga Dra. Reina Torres de Araúz consiguió rescatar el área.
Ø  En 1988, el arqueólogo panameño Carlos Fitzgerald excavó dos montículos llegando a la conclusión de que El Caño era un sitio multicomponente y multifuncional, ya que a lo largo del tiempo había sido ocupado varias veces para diferentes fines.
 
Tipo de piezas encontradas en este hallazgo de El Caño
 
120 ajuares de oro y cobre con los que se vestían a los difuntos de alto rango y que están compuestos por pecheras, orejeras, brazaletes, colgantes, collares, espinilleras de oro y cobre.
Ofrendas: Elementos como vasijas para las comidas y bebidas que acompañaban a las personas enterradas en las tumbas y que les servirían en su viaje después de la muerte.
Platos: Colocados sobre los cuerpos posiblemente como protección.
Incensarios: Para evitar los olores y purificar el ambiente. Artefactos hechos con materiales perecederos: Solo se conservan las impresiones en la arcilla de las esterillas que cubrían o tapizaban los pisos de las tumbas. Tanto las plumas con las que se construían los tocados, como las maderas de las lanzas y hachas se perdieron para siempre.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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